Argentina es mi país, mi hogar y es donde se encuentra la mayor parte de mi familia. Cuando tomé la decisión de estudiar en Tufts no solo significaba dejar Argentina, también significaba dejar todo lo que me formó y empezar de cero. Venir a Tufts significaba entrar a un lugar donde no conocía a nadie y donde las costumbres y el idioma eran diferentes. Sabía que me enfrentaba a un cambio radical en mi vida y que no iba a ser fácil adaptarme. El apoyo de mis familiares me ayudaron a aclimatisarme a los Estados Unidos. Me ayudaron a sobrepasar los momentos difíciles como a celebrar los momentos de alegría. Este constante apoyo fue clave para mi aclimatación a Estados Unidos.
Al mismo tiempo, de a poco fui conociendo estudiantes de todas partes del mundo que se encontraban en la misma situación que yo. Estaban tratando de entender todo lo que sucedía a su alrededor y encontrar su lugar en esta nueva vida. Aunque no compartiera el español con muchos de ellos, la idea de estar lejos de casa y de nuestras familias nos unía. Los lazos que supe formar con la comunidad internacional, me ayudaron a sobrellevar el cambio rotundo que decidí afrontar.
Hoy, un año y medio después de dejar Argentina, miro hacia atrás y estoy feliz con la decisión que tomé. Mis relaciones en casa siguen intactas o más fuertes que nunca y ahora puedo decir que tengo amigos que provienen de cada rincón de este mundo. Tufts no sólo me ha brindado una educación que me deja y me motiva a explorar diferentes pasiones, pero también me abierto las puertas a amistades inigualables que han sido claves durante momentos difíciles y que día a día me dan recuerdos inolvidables. Creo que ser un estudiante internacional viene con mucha responsabilidad y esfuerzo pero trae enseñanzas y relaciones que serán parte de cada uno de nosotros para toda la vida.