Yo entiendo. Mientras trato de escribir este blog trato de recordar mi vida hace diez años en mi escuela internacional ubicada en Quito, Ecuador. Más que nada, lo que recuerdo con claridad son las emociones que yo sentía al saber que había la posibilidad que yo estudie afuera de mi país- algún lugar lejos de mi casa. ¿Sería tan emocionante como yo pensaba que iba a ser? ¿Sentiría miedo? ¿Y qué tan lejos es muy lejos? La verdad es que no sabía en lo que me estaba metiendo.
Para darles un poco de contexto, mi hermano ya estudiaba en los Estados Unidos. Yo veía que a él le iba bien, su vida académica era difícil pero feliz y estaba conociendo a miles de personas. Asumí que mi experiencia sería igual y en el fondo también sabía que la expectativa de estudiar en mi escuela internacional era estudiar la universidad afuera del país. En otras palabras, yo ya tenía que estar preparada y yo tenía curiosidad. Y sin pensar dos veces me encontré despidiendo de mis amigos, de mi familia, del hablar en español casi todo el día todos los días. Me encontré despidiéndome de mi cultura y cada cosa relacionada con mi hogar. Claro, al subirme en el avión y empezar el viaje, solo me quedaba una pregunta: ¡¿que había hecho?!
Tuve la bendición que mis papás me acompañen a mi universidad para despedirse desde ahí. Esa despedida fue la más difícil pero no dolió tanto como me imaginé. Mi experiencia fue parecida a la experiencia de los estudiantes de Tufts porque vas a estar ocupado/a desde el minuto que llegues a Tufts. Capaz sea un buen recurso que veas nuestros programas de pre-orientación (pre-orientation programs) para que puedas ver todas las oportunidades disponibles para tí el minuto que llegues a Tufts. Ese fue el momento que yo entendí que el mantenerme ocupada era clave para tener una transición más fácil a mi nueva vida universitaria. Por supuesto, hubo momentos en los cuales extrañé a mi familia y a mis amigos, pero la verdad es que no me sentí sola. Es importante recordar que hay muchos estudiantes internacionales en Tufts (¡mas de los que piensas!) y todos están intentando encontrar su lugar en un ambiente completamente nuevo. En fin, esas fueron las primeras lecciones que yo aprendí al principio: no estaba sola y me tenía que mantener ocupada.
Esas lecciones me ayudaron las primeras semanas de mi experiencia universitaria…pero ahí empezaron los eventos como Parents and Family Weekend (fin de semana para padres de familias y familiares). Mi familia nunca pudo viajar para estos eventos – pensamos que no valía la pena que mis padres viajen para tan solo dos días. Fueron durante esos días que yo aprendí otra lección: hay mucho poder en un sistema de apoyo. Lo obvio era que mi comunidad de Quito ya no estaba físicamente presente en mi vida. Entonces hice lo que hace cualquier estudiante de Tufts y eso fue ver quien estaba en mi comunidad nueva. Puede ser que en tu caso sea la gente que vive en tu mismo dormitorio, tus compañeros con los que haces investigaciones, los amigos que llegaste a conocer a través de diferentes organizaciones estudiantiles como el I-Club (International Club). Encontrar y crear tu comunidad en Tufts va a ser una de las cosas más importantes que puedas hacer. Y si lo piensas, tu comunidad de Tufts va a ser tu familia escogida por los próximos cuatro años.
Creo que éste sería un buen momento mencionar que el escoger estudiar lejos de casa va a ser una forma de aprender a soltar muchas expectativas y aprender a no resistir una vida nueva. Me tocó aprender a cenar alrededor de las 6pm (dos horas y media a lo que yo estaba acostumbrada) y me tocó aprender cosas culturales como deportes nuevos (aún me cuesta entender cómo se juega Lacrosse). También acepté que no había nada malo con el hecho que mi día sería el 90% en inglés en vez de español. Fueron momentos pequeños e incomodos al principio. Y en vez de resentir eso, aprendí a aceptarlo y a disfrutar mi nueva experiencia estudiantil. Eso no es decir que fui perfecta y que no habían días que no extrañaba mi casa. Frecuentemente pienso que si yo me quedaba en casa y me quedaba con mi vida cómoda, no hubiera aprendido lo que pude aprender al estar lejos. Tengo bien claro que yo no sería la persona que soy hoy si no hubiera tenido el privilegio y la oportunidad de irme lejos de casa.
“Irme lejos de casa”. Dudé escribir esa oración de esa forma. Y la razón es porque sí, literalmente me fui lejos de mi casa. Pero en muchas otras formas, mi hogar y ese sentido de identidad vivían más fuertes dentro de mí que antes. El salir de tu país es un acto valiente y también es valiente intentar algo completamente desconocido. Me gusta creer que si tienes el privilegio y la oportunidad de irte lejos de casa, no hay nada que perder, especialmente cuando eres joven. Hasta el día de hoy, ya más cerca a los 30 que a los 20, no me arrepiento de nada. No me arrepiento haberme ido lejos de mi casa y de mi familia. Esa decisión me ensenó que la palabra “hogar” puede significar más que un solo lugar y más que una persona. Y francamente…ya no me molesta cenar a las 6pm.